‘Mi reino no es de este mundo’ (Juan 18:36)

 


Se nos ha esfumado una vez más el año litúrgico. Un año litúrgico que empieza como ya sabemos con el adviento y concluye con la solemnidad de Jesucristo Rey del universo. Esta solemnidad remarca el carácter universal del reinado de Cristo. Un rey que no es de llevar trajes y túnicas preciosas, no es de llevar coronas y grandes joyas, un rey que no lleva carruajes y diligencias por allá donde va. Sino más bien un rey que vive en la humildad y la pobreza, su única corona es la de espinas, y solo lleva un par de sandalias y en ocasiones lo llevan en un borrico para ir a predicar.

Por eso una vez más Jesucristo nos dice, ‘Mi reino no es de este mundo’ por que su reinado no tiene fin.  El Papa Francisco nos dice y afirma esto en la fiesta de Cristo Rey

“Jóvenes no renunciemos a los sueños grandes. No nos contentemos con lo que es debido. El señor no quiere que recortemos los horizontes, no nos quiere aparcados al margen de la vida, sino en movimiento hacia metas altas, con alegría y audacia. No estamos hechos para sonar con las vacaciones o el fin de semana, sino para realizar los sueños de Dios en este mundo. El nos ha hecho capaces de soñar para abrazar la belleza de la vida. Y las obras de misericordia son las obras más bellas de la vida, las obras de misericordia van al centro de nuestros grandes sueños”,

Por lo tanto celebrar la solemnidad de Cristo rey es ver que el Señor reina en mi vida, y que a él le ofrecemos todos nuestras empresas, sueños e ilusiones. El Señor reina, reina en nuestro corazón en nuestra vida. Que en este año nuevo litúrgico que comienza sepamos darle un poco de nuestro tiempo más al señor, para que sea el realmente el rey de nuestra vida.

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