El Sentido Original de los “Tres Tombs” y la Fiesta de San Antonio Abad


Xavier Alarcon i Campdepadrós

La pandemia está agotando las ilusiones, la paciencia y la economía de muchos de nosotros. No es buena época para los espectáculos, el folclore y las tradiciones, y más aún después de saber que este año 2021 (salvo milagro de última hora) tampoco habrá procesiones públicas de Semana Santa. La falta de trabajo es algo que nos debiera preocupar a todos, y a causa de ello quisiera hablar de las fiestas de San Antonio Abad y de la bendición de los animales que, al menos en Cataluña, era una tradición de obligado cumplimiento. Algunos me preguntareis qué tiene que ver la velocidad con el tocino, o lo que es lo mismo, qué tiene que ver el folclore de los “Tres Tombs” con el paro y la crisis laboral, y yo os diré que ahora mismo nada, pero antiguamente tenía mucho que ver. Me explicaré.

 Los “Tres Tombs” era una fiesta que estaba muy arraigada en el calendario festivo catalán, y se habían fundado multitud de Hermandades para su celebración. El objetivo era organizar las comitivas de personas que llevaban sus animales de carga para que el sacerdote del lugar pudiera bendecir las bestias y pedir a Dios por su salud. Cuando nosotros éramos pequeños, llegamos a conocer unos Tres Tombs un poco decadentes, muestra de un pasado rural y agrícola más o menos glorioso, en la que aún se veían bastantes animales de carga, pero que empezaban a escasear. Los “Tres Tombs” de ahora, en especial los de las ciudades, no son más que una cabalgata burguesa de padres de familia que acuden con sus niños a bendecir la jaula del hámster, el chiguagua con el lacito, el siamés repeinado o el periquito del Español. Todo esto ante la atónita mirada de un sacerdote que bendice cualquier bestia que se le presente por delante, sin saber ni siquiera por qué.  Un espectáculo que horrorizaría a los que instituyeron la festividad, y que en cierta manera va en contra de su sentido original.

 Vayamos por partes, empezando por hablar de San Antonio Abad. Era un santo nacido a caballo del siglo III i IV dC en el Egipto de la época romana. Personaje rico y con influencia, renunció a todo y se hizo ermitaño, siendo considerado por ello como el “padre de monjes y anacoretas”. Él vivió las persecuciones anticristianas de Diocleciano, dando consuelo y apoyo a todo el que se le acercaba; con su fe fortaleció la fe de muchos, en un momento muy delicado para el cristianismo. Su relación con los animales no queda del todo clara, ya que abundan muchísimas leyendas que no tienen nada que ver con la realidad. Se le representa con un cerdo al lado porque el cerdo simbolizaba lo bestial y lo impuro, dando a entender que Antonio pudo someter las pasiones que tanto le atormentaron en su vida. San Antonio era abogado contra los herpes y las calenturas (llamadas a veces “fuego de san Antonio”), precisamente por ello, por su lucha contra las tentaciones.

 En la edad media se fundaron órdenes religiosas bajos su nombre, básicamente los Antonianos, y los Hospitalarios, dedicados a curas este tipo de enfermedades infecciosas. En Barcelona fundaron un convento en el siglo XV en la ronda de San Antonio. En Francia se sabe que criaban cerdos para, con su venda, mantenerse y para ayudar a los necesitados. La cuestión es que seguramente Antonio no vio nunca un cerdo a su lado, pero en la mente popular de los devotos quedó grabado el simpático cerdito jugueteando a su lado. La edad media lo consagró como uno de los patronos de los animales, junto con san Francisco de Asís. Aunque, para ser exactos, san Antonio es patrón de los animales de trabajo, es decir de aquellos animales que eran necesarios para que el ser humano pudiera trabajar y ganar el sustento para su familia. Hemos de ver en este día una especie de precursor cristiano del día del trabajo, versión animalesca.

 Y aquí quería yo llegar. Los animales como herramienta necesaria para la vida del hombre. Hemos de hacer el esfuerzo de imaginar que, hasta el 1848, en la península ibérica no hubo ningún tren (mucho menos coches, autobuses, metros o similares) y la única manera que transportar algo o a alguien era con animales de carga (caballos, yeguas, mulos, burros…). Los animales eran indispensables para la vida laboral, hasta el punto que perder un animal de carga podía significar la ruina de una pequeña empresa familiar y tener que cerrar un negocio (¿nos suena esto?). Criar a un caballo era algo caro, pero indispensable, y todo el mundo que podía tenía uno para la labranza o para el transporte. Por ello la gente bendecía a los animales, y pedía a Dios que los fortaleciera, ya que la subsistencia de una familia dependía, en parte, de la buena salud de sus animales.

 De aquí el nacimiento de las cabalgatas de animales de carga de san Antonio Abad, llamadas “Tres Tombs” por las piruetas que hacían los caballos más adiestrados antes de su bendición, que servían como entretenimiento. Es curioso repasar el bendicional de animales del Ritual Romano, porque nos da algunas pistas del sentido de nuestra fiesta. La oración final dice así: Oh, Dios, autor y dador de todos los bienes, que has hecho que también los animales sirvan de ayuda al hombre en sus necesidades y en su trabajo, te pedimos por intercesión de san Antonio, que utilicemos debidamente estos seres, necesarios para nuestra subsistencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 El animal como elemento necesario del trabajo… y por ello parte de la economía de la familia. Es decir, no se bendicen a los animales por el hecho de ser animales, sino porque son necesarios para nuestra vida. Ello es importante para encontrar el sentido profundo a la fiesta de San Antonio Abad. No es una fiesta de la naturaleza, no es una fiesta de la Madre Tierra, en donde todas las criaturas nos unimos en una fraternidad natural. No bendecimos el caniche o el loro para que viva muchos años; esta idea, aparte de anticristiana, es una cursilería. San Antoni Abad no es la fiesta de las mascotas. Lo que pedimos a Dios con la bendición de los animales es que tenga a bien concedernos una ayuda en nuestro trabajo, en nuestra existencia, para poder tener una calidad de vida mejor, y así poder seguir dándole gracias y poder trabajar para con su reino de amor y paz.

 A día de hoy ya casi no necesitamos animales para trabajar. Eso quedó como una reliquia del pasado, pero es importante recordar que no nos valemos solo de nuestras capacidades para poder trabajar con éxito. Necesitamos de infraestructuras, de transportes públicos, de carreteras y puentes para recorrer la naturaleza sin peligro. Necesitamos camiones para cargar la comida y transportarla, y tractores para cultivar la tierra. Y en cambio estos instrumentos no tienen lugar en el bendicional y mucho menos una fiesta en el calendario. Ahora, con la pandemia, hemos vuelto a ser conscientes de que la libertad no es suficiente para ir donde se quiera, también necesitamos de algo que nos lleve, y ese algo cuesta y necesita mantenimiento. La gasolina es cara… eso lo sabemos todos, y cuando tenemos un accidente de coche y el seguro no llega, o no pasamos la ITV, nos es un trauma económico y a veces familiar. Si entendemos eso entenderemos porque nuestros antepasados pedían a Dios por la buena salud de los animales. No lo hacían para “bautizar” el cobaya o el bulldog francés, sino para poder garantizar su supervivencia.

 ¡Feliz día de San Antonio Abad!, que más que patrón de los animales, es patrón de los recursos laborales con vida propia (y alguna pulga).


 

Comentarios