Nuestras imágenes son ídolos paganos? Reflexión cristiana sobre la dictadura de los vestidores

 


Xavier Alarcon i Campdepadrós

Ya aviso de antemano que este artículo no gustará a más de uno, especialmente a los vestidores, porque voy a hablar de un tema que es aparentemente sagrado y tabú, y nadie se lo cuestiona porque nadie piensa en ello. Le pasa un poco como al aire, todos vivimos en medio de él, pero precisamente por ello ya nadie se acuerda que lo necesita para respirar y vivir, y solo lo encontramos a faltar cuando el ambiente está lleno de humo o enrarecido. 

Me planteo la idea de si merece la pena vestir a las imágenes de Semana Santa como lo hacemos. ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué tenemos que vestir a las imágenes como las vestimos? ¿Quién decide como vestirlas y qué reglas se usan para decorarlas? Gastar todo ese dinero en ropas y joyas ¿merece la pena? ¿Os habéis planteado si está mal o está bien?, ¿si es una obligación o es un capricho? ¿Es obligatorio que sean vestidores profesionales los que lo hagan, quedando los demás mortales expulsados de todo lo que rodea al mundo de las imágenes? ¿Merece la pena convertir la imagen religiosa en un escaparate de moda y de belleza en vez de recordarnos los rostros de aquellos (Jesús y María) que son los únicos que pueden salvar-nos del pecado, la muerte y el infierno? O, simplemente como siempre se ha hecho así, representa que es una tradición y no se puede cambiar. Pero yo me planteo… ¿realmente siempre se ha hecho así?  Abro este hilo para plantear un tema que me preocupa des de hace algún tiempo, porque veo como una dinámica negativa y perjudicial se va instalando poco a poco en nuestras cofradías y hermandades, y nadie hace casi nada para evitarlo porque representa que es un tema sobre el que no se puede hablar ni comentar. 


En nuestra querida España prácticamente todas las cofradías y hermandades se fundaron alrededor de imágenes que ya existían de antemano. Es muy habitual que exista antes la imagen de María o de Jesús que la propia cofradía, y hay infinidad de casos de estos repartidos por toda la geografía española. ¡Alerta! Ya que no siempre fue así: las cofradías de ayuda mutua medievales, las cofradías del Santísimo Sacramento, las cofradías dominicas del rosario, las cofradías de las ánimas, los terciarios de las órdenes religiosas (franciscanos, servitas, agustinos…) y muchas otras asociaciones piadosas nacieron con el objetivo de reunirse, de rezar y desarrollar una obra social y benéfica… y no tenían imágenes propias. Pero llegó un momento en que casi todas las cofradías y hermandades se fundan con el objetivo de dar veneración a una imagen de Jesús o de María, y todo el sentido de la existencia de esa cofradía pasa por relacionarse con esa imagen. 

Esto, de por sí, no es malo. Cada uno puede reunirse para lo que quiera, para jugar a la petanca, pescar con arpón o hacer bolillos, y todo está bien hecho si se hace con buena intención y se cumple con la ley de Dios y la ley de la convivencia. Dar culto a una imagen no es malo (culto de doulia e hiperdoulia, claro está, ya que culto de latria solo está reservado a Dios mismo, y tratar a la imagen como a Dios sería reconocernos como idólatras y paganos y nos ganaríamos la ira del mismo Dios, que nos castigaría y nos condenaría por insultarle). 


Pero el problema está, según mi humilde punto de vista, cuando la imagen y sobretodo la “imagen de la imagen” se convierte en una obsesión que hace daño a propios y a extraños. No es raro ver estos en días miles y miles de fotos en las redes sociales con imágenes de Semana Santa, a su vez con miles y miles de likes. Pero también no es raro ver y escuchar comparaciones estéticas con otras imágenes y no pocas veces con menosprecios a las que no son del gusto del comentador. Muchas veces las redes sociales de nuestros cofrades más jóvenes parecen más bien una pasarela de modelos que no la representación de una fe y una religión. Ver imágenes vestidas se ha convertido en un pasatiempo frívolo, de manera que, para muchos jóvenes, la Semana Santa se ha convertido en averiguar qué Virgen es más guapa y cual va mejor vestida. En cambio me horroriza comprobar que casi ninguno de estos jóvenes sabe ni siquiera en qué día del año celebramos el nacimiento de María o qué palabras le dijo a Jesús cuando este era pequeño. Compruebo con tristeza que vestir imágenes se ha convertido en una competición de moda, a veces desleal, que ya no tiene nada de cristiano. Y mucha culpa de esto lo tienen los vestidores profesionales (o aquellos que dicen ser vestidores, pero que en el mejor de los casos visten muñecas grandes). 

Dios fue muy inteligente cuando prohibió a los judíos hacer imágenes. El salmo 115 lo dice claro: Los ídolos de los paganos son de plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven. Y el Cántico de Isaias es aún más duro cuando afirma que: No tienen conocimiento aquellos que erigen ídolos de madera. Dijo todo esto porque sabía que la gente tiene una tendencia natural a entretenerse con las imágenes y a distraerse con detalles pequeños en vez de rezar a Dios y preocuparse por los más necesitados. Inicialmente los cristianos odiábamos las imágenes por eso, porque nuestra fe cree solo en Dios, que es más grande que todo lo que un hombre pueda representar con madera y ropa y joyas. 


Con ello no quiero que penséis que soy un iconoclasta. Las imágenes son una ayuda catequética muy eficaz, un catalizador de sentimientos que nos ha de facilitar el ponernos ante la presencia de Dios, del verdadero Dios, que no puede ser visto con los ojos ni ser escuchado con los oídos. A veces no tenemos la mente suficientemente clara como para que nuestra fe sea inquebrantable, y necesitamos un rostro físico que nos recuerde que Jesús se hizo hombre precisamente para que le pudiésemos ver y tocar… pero Jesús no está de carne y hueso en las imágenes. La imagen no deja de ser un simulacro, un recuerdo imperfecto… no es real. Si alguien cree que una imagen de la Virgen tiene la misma influencia que la propia Virgen no es un cristiano, es un idólatra y un pagano. Cuando decimos a nuestro costaleros que llevan sobre sus espaldas a Jesús y la Virgen... ¿no estamos colaborando en la incultura de nuestros cofrades?... no los estamos engañando? Porque el Padre está en el cielo, su presencia real se encuentra en el sagrario y su voz está en los evangelios... pero no en las imágenes.

Por esto último vuelvo al tema principal de mi debate… ¿merece la pena obsesionarse con la ropa de un simulacro? No estamos hablando de vestir una imagen de la Virgen con un mínimo de dignidad, hablamos de miles y miles de euros en cosas que no nos llevan a Dios sino que nos llevan a la arrogancia y a la frivolidad de competir y luchar por tener una imagen mejor vestida. Porque seamos sinceros… nosotros queremos que nuestra imagen de la Virgen esté guapa no por Ella, ya que María está en el cielo y no usa de nuestras miserables ropas, la queremos guapa para poder hacerle fotos y presumir de imagen de calidad y bien vestida delante de otras cofradías y hermandades. Y por ello pedimos a vestidores que inviertan tiempo y dinero en dejarlas a nuestro gusto. 

La Esperanza Macarena a principios de siglo

Y qué horrible es ver cómo se insultan en los niveles más cotidianos de nuestras hermandades (jóvenes, bandas de música, cortejos…) porque los vestidores hacen un mejor o peor trabajo con una imagen en concreto. Más aún cuando el arte de estos vestidores es algo tan moderno, arbitrario y con tan poco sentido común que nos horrorizaría. Pensad que el "arte de vestir imágenes" es algo que tiene poco más de cien años de vida, y muchos vestidores solo se guian por gustos particulares. ¿Alguien se ha preocupado en averiguar si los vestidores son cristianos? ¿Si dan buen ejemplo a nuestra comunidad, o son solo diseñadores de moda que dan prestigio, y da igual que sus formas o modales averguencen y escadalicen a la gente que no es cofrade?¿O no nos importa mientras haga un “buen trabajo”? Pero claro… ¿qué es un buen trabajo? ¿Alguien que no sea capillita lo sabe? Porque para gustos colores… ¿Nos creemos todo lo que dicen los vestidores sin preguntarnos si tienen razón o no? ¿Hemos asumido que solo los vestidores saben, y que solo ellos pueden imponer su criterio arbitrario? Los malos vestidores lo inundan todo con su lenguaje tan barroco como vacío y frívolo, y muy alejado de lo que ha de ser un cristiano decente y conocedor del evangelio. Pobre del ignorante que se crea que existe un “recogido Immaculada” “un tocado Pureza” o un simbolismo místico del color verde, porque no solo demuestra que no sabe nada de fe, sino que se deja engañar por charlatanes que quieren protagonismo mundano a base de engañar a pobres cofradías para que les paguen sus caprichos de ropas. 

Y yo me hago unas últimas preguntas: ¿En qué momento nos equivocamos como mundo cofrade, si para nosotros las imágenes de Jesús y de María son trofeos mundanos, en vez de representar aquella madre ante la cual debemos llorar con amargura nuestra arrogancia, nuestra incompetencia como humanos y nuestra miseria como malos amigos, familiares, compañeros o ciudadanos? ¿En qué momento la Virgen María se convirtió en una influencer, de manera que necesita fotos en instragram y miles y miles de followers, en vez de ser aquella que tiene que consolarnos cuando una enfermedad nos aflige, o un accidente nos arruina la vida? 

La Esperanza de Triana a finales del siglo XIX

Planteémonos si realmente nos importa que las representaciones de Dios se conviertan en ídolos paganos, de manera que engañemos a la gente humilde, pensándose que las imágenes son objetos mágicos que necesitan de rituales místicos que solo unos pocos “capillitas” conocen. Y sobretodo rescatemos las imágenes para lo que son: para el culto y la veneración, no para la admiración. Si ante una imagen de María no rezas pero en cambio sí le haces una foto, plantéatelo, porque a lo mejor es que no eres cristiano de verdad y solo te gusta el teatro.

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